El hombre decidió ser carne, y trasmutó el pensamiento del amor en deseo material, buscando la expresión del cuerpo nuevo y llevando consigo, tras su destierro, una maldición de dolor y hambre. Quizás la ceguera fue impuesta y el mismo hombre se atrevió a dejar su mirada libre sin pensar en la eternidad, no hay marcha atrás, siempre sabrá, aún sin pronunciarlo, que al final hay muerte corporal.
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